La creencia tradicional cristiana dice que todos nosotros, desde que nacemos, tenemos un ángel guardián que nos cuida de peligros físicos, morales y espirituales, que intercede ante Dios por nosotros y nos acompaña al morir. El Cristianismo postula que estos seres fueron creados como tales, el Espiritismo dice que anteriormente fueron almas humanas, y la Teosofía cree que los ángeles guardianes habitan adentro de nosotros.
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El Ángel Guardián en la teología católica
‹En
una ocasión se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: “¿Quién
es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?”. Él llamó a un niño, lo
puso en medio de ellos y dijo: “Yo os aseguro: si no cambiáis y os
hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues,
quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de
los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me
recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os
digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi
Padre que está en los cielos”.›› La cita expuesta, perteneciente al
Evangelio de San Mateo, es quizá el más importante de los fragmentos
bíblicos que sostienen la existencia de los ángeles guardianes. Sabiendo
ya que el mismísimo Jesucristo habló de ellos, veamos cómo se ha
pronunciado al respecto la Iglesia Católica:
Dijo San Basilio que “cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida”.
Y es que el Catecismo de la Iglesia Católica coloca como dogma de fe a
la creencia en los ángeles guardianes, afirmando que desde nuestra
infancia (Mt 18-10) hasta nuestra muerte (Lc 16-22) nos cuidan, que la
vida humana está rodeada por la custodia de estos seres (Sal 34,8; 91,
10-13), y que ellos interceden por nosotros ( Jb 33,23-24; Za 1,12; Tb
12,12) ante Dios.
Podemos ahora hacernos ciertas
preguntas: ¿cada persona tiene un solo ángel guardián?, ¿hay ángeles
guardianes de comunidades?, ¿pueden los ángeles de cualquiera de los
nueve coros ser ángeles guardianes o solo son ángeles guardianes los que
pertenecen al coro de los Ángeles propiamente dicho?.
Sobre lo primero, la Iglesia piensa que
casi todos tenemos un solo ángel guardián; pero, personas como el Papa u
otros que por su grado de cercanía a Dios o por su oficio requieren de
más, pueden tener más de un ángel guardián. Así, del Papa se afirma que
ciertamente tiene varios ángeles guardianes; mientras que, aunque no sea
algo oficial, puede pensarse que los exorcistas tienen más de uno, ya
que sufren más que otras personas el hostigamiento demoníaco.
Por otro lado, no solo hay ángeles
guardianes de individuos: los hay de familias, de comunidades, de
instituciones, hasta de ciudades y naciones. Por ejemplo, San Miguel
Arcángel es el Ángel Guardián de la Iglesia.
Por último, en relación a la tercera
pregunta, se sabe que Honorio de Autun, en el siglo XII, fue el primero
en esbozar una teoría sobre el plan específico de los ángeles
guardianes. Según este teólogo, desde la concepción cada alma recibía un
ángel guardián, y que éste pertenecía al coro de los Ángeles.
Posteriormente, el célebre Tomás de Aquino estuvo de acuerdo con Honorio
de Autun; pero, más adelante, Duns Escoto dijo que cualquier ángel, sea
del coro que sea, podía servir de ángel guardián si así lo ordenaba
Dios o algún superior espiritual.
En cuanto al aspecto de los ángeles, la
Iglesia concuerda en que no tienen sexo ni forma inherente. Por eso, los
ángeles guardianes, cuando no permanecen invisibles, pueden tomar
aspecto de hombre, de mujer, de niño o niña, de anciano, del típico
ángel luminoso, de animal ―San Juan Bosco vio uno en forma de perro
gris, Santa Gema Galgani vio uno que aparecía como ave mensajera, el
profeta Elías vio uno que tomaba forma de cuervo y le llevaba alimento,
etcétera―, o incluso, si lo requieren para protegernos, pueden asumir
formas que inspiren temor, aunque por lo general, en base a los diversos
testimonios, se sabe que tienden a tomar formas visibles hermosas.
Las funciones de los ángeles guardianes:
Se cuenta que el Papa Juan XXIII, en
una confidencia con un obispo canadiense, le contó que fue su ángel
guardián quien le inspiró la idea del revolucionario Concilio Vaticano
II; también, este Papa devoto de los ángeles dijo en cierta ocasión: “El
ángel custodio es un buen consejero, intercede cerca de Dios a favor
nuestro; nos ayuda en nuestras necesidades, nos defiende de los peligros
y de los accidentes. Me gustaría que los fieles sintieran toda la
grandeza de esta asistencia de los ángeles”.
Y… ¿cuáles son las principales ayudas en que se muestra esa “grandeza” de la “asistencia de los ángeles”?. Veamos:
- Los ángeles guardianes libran constantemente a sus protegidos de peligros físicos y espirituales. Así, en Génesis 48-16 se lee: ‹‹Que el ángel que me ha librado de todo mal -dijo Israel a su hijo José- bendiga a estos niños››
- Frenan a los demonios y espíritus malignos para que no nos hagan todo el mal que nos harían sin su ayuda. El ejemplo perfecto está en el Libro de Tobías, donde el Arcángel Rafael lo acompaña y le dice cómo derrotar al demonio Asmodeo, ya que Tobías iba a casarse con Sara, que había enviudado de sus siete anteriores maridos en la noche de bodas, a causa de los celos de Asmodeo, que los mataba para que no consumasen la unión…
- Nos inspiran pensamientos y emociones espirituales, así como sabios consejos (Gen 16 y 18; Act 5.8.10).
- Interceden por nosotros ante Dios, presentándole nuestras oraciones para que las oiga más benignamente (porque igual las escucha, ya que es omnisciente). También, imploran ayuda divina cuando ven que la necesitamos, aún si no reconocemos esa necesidad o si, al recibir la ayuda a causa de la intercesión angélica, no percibimos tampoco esta ayuda (Tob 3 y 12; Act 10).
- Aclaran nuestro intelecto, a fin de que podamos captar mejor la verdad
- Nos asisten en la muerte, acompañándonos al Purgatorio o al Cielo. En el Antiguo Testamento, se daba a entender que los ángeles acompañaron a los patriarcas al “seno de Abraham” (el Cielo); y, al respecto de esta función de los ángeles guardianes, Santa Francisca Romana dijo: “Cuando un hombre muere, su ángel custodio conduce su alma al purgatorio y se pone a su derecha… El ángel presenta a Dios las oraciones que se le hacen e intercede por la abreviación de sus sufrimientos”.
- Reciben las oraciones que la gente manda para las almas que están en el Purgatorio. En este punto, se da a entender que es el ángel guardián de la persona que está en el Purgatorio, aquel que recibe las oraciones que a su protegido, mismo que cuidara en la vida terrenal, le están enviando ahora que experimenta el penoso proceso de la purificación.
- Finalmente, los ángeles guardianes, una vez que sus protegidos han muerto y ascendido al Cielo (los que sí fueron…), ya no los protegen sino que reinan y gozan junto a ellos, dándoles también algunos “ministerios de iluminación”
El Padre Pío y los ángeles guardianes
Muchísimos
han sido los casos de santos, santas, beatos y beatas que interactuaron
con ángeles guardianes; pero, entre todos estos casos, uno de los más
llamativos es el de Pío de Pietrelcina (1887-1968), mejor conocido como
el “Padre Pío”, que fue un religioso capuchino de origen italiano,
conocido por su santidad y su intenso misticismo, gracias al cual poseía
dotes sobrenaturales como lectura de conciencias (cuando iban a
confesarse, él podía adelantarse a los pecados, o ver pecados
omitidos…), bilocación (podía desdoblarse), manifestación de estigmas
(heridas que simulan las heridas de Cristo en la cruz) y comunicación
con los ángeles guardianes, siendo este último talento algo que ya desde
niño manifestaba, con tanta contundencia que, en la ingenuidad propia
de la infancia, llegó a creer que todos veíamos ángeles.
Centrándonos en el don del Padre Pío
para hablar con su ángel guardián y los ángeles guardianes de las demás
personas, sabemos que existen multitud de testimonios, y que muchas
personas, cuando querían comunicarle algo al Padre Pío u obtener su
ayuda, hablaban con sus ángeles guardianes (a los cuales no veían) y les
pedían que vayan donde el Padre Pío con tal o cual mensaje. Así, muchas
veces el Padre Pío manifestó saber cosas que no tenía manera natural de
saber, y que al parecer le habían comunicado los ángeles guardianes. Un
caso representativo es el que menciona una importantísima web sobre el Padre Pío, en la cual se afirma (probablemente esto fue sacado de un libro, ya que hay bastantes detalles y no se citan fuentes) que: ‹‹Uno
de los hijos espirituales del Padre dijo en una oportunidad: “Parece
que el Padre es tan Piadoso que escucha siempre los que lo llaman. Una
tarde, muchas personas que apenas le llegaron a San Giovanni Rotondo,
hablaron del Padre Pío. Ingenuamente enumeraron las gracias que
quisieron preguntarle y preguntaron a sus Ángeles de la guarda si
podían llevar los mensajes al Padre Pío. Al día siguiente, después de
la Misa, el Padre Pío los regañó justamente: ʻ¡Bribones! ¡Tampoco por
la noche me dejan tranquilo!ʼ, la sonrisa desmintió las palabras. Ellos
entendieron que el Fraile les habría atendido”.››
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El Ángel Guardián en el Espiritismo
En el Espiritismo se afirma la creencia
en la reencarnación, pero esta es de naturaleza evolutiva, de modo que
el hombre no se reencarnará en animales, pero los animales sí pueden,
tras periodos enormes de tiempo, transformarse en almas humanas; claro
que hay pequeños saltos involutivos (almas humanas que se deterioran de
una vida a otra), pero a la larga el Espiritismo afirma que las almas
siempre progresan de un orden a otro, de modo que, en este marco, los
ángeles son espíritus muy evolucionados que anteriormente fueron
humanos.
En concordancia con lo anterior, Allan Kardec (fundador del Espiritismo) dijo, en El Libro de los Espíritus, que un ángel guardián era un ‹‹espíritu protector de orden elevado››, y que ‹‹cada hombre tiene un Espíritu que vela por él, pero las misiones son relativas a su objeto››.
Esas palabras podrían hacernos pensar que, aunque todos tenemos un
Espíritu Guía y Protector, no todos tenemos un ángel guardián, pese a
que Kardec deja claro que dicho tipo de espíritus son siempre buenos, y
por tanto, elevados en cierta medida. Pero… ¿será siempre suficiente esa
bondad para considerar al Espíritu Guía y Protector como un espíritu de
‹‹orden elevado›› y por tanto como un ángel guardián? Si nos guiamos
por El Libro de los Espíritus, escrito en 1857, la cuestión se torna difícil de responder; pero, si atendemos a su obra posterior de 1864, El Evangelio según el Espiritismo, entonces podemos pensar que todo hombre tiene un ángel guardián, basten dos citas para confirmarlo: 1) ‹‹Además
de nuestro ángel guardián, que siempre es un espíritu superior, tenemos
a los espíritus protectores, que no porque estén menos elevados, son
menos buenos y benévolos; éstos son parientes o amigos, o algunas veces
personas que nosotros no hemos conocido en nuestra existencia actual.
Nos asisten con sus consejos, y muchas veces con su intervención en los
actos de nuestra vida.››, y 2) ‹‹Dios nos ha dado una guía
principal y superior en nuestro ángel de la guarda, y guías secundarios
en nuestros espíritus protectores y familiares; pero es un error creer
que tenemos cada uno de nosotros forzosamente un mal genio para
contrarrestar las buenas influencias.›› Aclarado lo anterior, cabe
precisar lo siguiente sobre esos espíritus protectores de ‹‹orden
elevado›› que son los ángeles guardianes según Allan Kardec y el
Espiritismo, que en casi todo concuerda con su fundador, sobre todo si
es el “Espiritismo Kardeciano”; veamos:
- La tarea del ángel guardían fue voluntariamente aceptada al principio, nos eligió entre un grupo de almas que le eran simpáticas, y una vez aceptado el compromiso, éste se transformó en obligación.
- El ángel guardián sigue desde el nacimiento a la muerte al protegido, frecuentemente también lo acompaña en la estadía en el más allá que media entre una y otra vida, y en ciertos casos lo cuida por varias vidas o encarnaciones.
- El ángel guardián puede proteger también a otras personas, pero con menos exclusividad.
- A veces los ángeles guardianes pueden abandonar a su persona confiada para cumplir ciertas misiones, y entonces son sustituidos (se sobreentiende que, generalmente, de manera temporal).
- El ángel guardián no abandona a su protegido si éste peca o no lo escucha, simplemente se aleja, y siempre que lo llaman regresa, por más terribles que sean los pecados de su protegido.
- A veces el ángel guardián se aleja porque varios espíritus malos se han juntado para inducir al mal al protegido. Este alejamiento no es permanente, y volverá con todas sus fuerzas si se le llama, usualmente habiendo ayudado a una o más personas en ese lapso de alejamiento.
- Es casi imposible conocer el nombre de nuestro ángel guardián, pero podemos invocarlo dándole cualquier nombre que nos agrade y tenga asociaciones positivas para nosotros, sobre todo nombres de santos, ángeles o, en síntesis, personas espiritualmente admiradas por nosotros.
- El ángel guardián puede encarnarse en una próxima existencia junto a nosotros, acompañándonos así de manera más directa que con la simple guía desde el mundo espiritual; sin embargo y aunque en menor medida, esto también podría suceder con un espíritu de perdición que se ensañe contra nosotros.
- Así como hay ángeles guardianes de personas, los hay de grupos humanos, y también hay ángeles guardianes de las Artes, los cuales inspiraron la creencia en las musas…
Expuestos todos los rasgos anteriores
del ángel guardián en la concepción espiritista, hay que advertirle al
lector que, en el Espiritismo, es más propio hablar de “Espíritu Guía”
que de “Ángel Guardián”; ya que, aunque lo segundo es aceptado en tanto
que se piensa que realmente es equivalente a lo primero en lo esencial,
“Espíritu Guía” es más propio porque, aquel ‹‹espíritu de orden elevado››
que cumple tales funciones, no fue creado en la condición que tiene,
sino que apareció en un orden espiritual mucho más bajo y, en un tiempo
muy lejano, habrá de estar en un orden espiritual mucho más elevado
(siendo equivalente a un arcángel, por ejemplo); en otras palabras, los
ángeles guardianes del Espiritismo, difieren de los ángeles guardianes
convencionales en el sentido de que su condición no es inmutable, no es
consustancial al ser que la detenta, sino que representa solo una fase
ontológica del mismo en su devenir evolutivo dentro del tiempo.
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El enredo del Ángel Guardián en la Teosofía
La
Teosofía toma la concepción espiritista de la reencarnación, en la cual
los retrocesos involutivos son algo pasajero y, cualquier alma, está
destinada a dar saltos cualitativos (de animal a humano, de humano a
ángel, etcétera) hasta alcanzar su perfección relativa. Sin embargo, el
carácter especulativo de la Teosofía, combinado con un uso patente de
terminología simbólica inspirada en referentes mitológicos y religiosos,
ha causado que, en torno a unos mismos conceptos (yo superior, ego,
mónada, yo inferior, ser, conciencia, etcétera), surjan diversas
propuestas que, si bien parecieren decir lo mismo, presentan graves
inconsistencias causadas fundamentalmente por enredos e imprecisiones
terminológicas… Un ejemplo ideal de esa situación lo tenemos en el Ángel
Guardián, tema de este artículo. A saber, lo único claro es que el
Ángel Guardián es designado como Ángel Solar, que habita en nosotros, y
que su propósito es conducirnos a la perfección espiritual, moviéndonos
(sin ir contra nuestra libertad) a tomar decisiones y actitudes
acertadas en nuestro camino evolutivo, tanto en esta como en muchas
vidas por venir. El gran enredo, que expondremos en primera persona y
entre comillas para que quede más claro, es el siguiente: ‹‹¿El Ángel
Solar es un ser distinto de mí mismo, o es una parte de mí mismo? Según
lo que se ha escrito y dicho sobre el Ángel Solar, debería decir que
“habita en mí”, pero si es una parte de mí mismo, decir que “habita en
mí” es solo una expresión figurativa que puede conducirme al equívoco de
tomarlo como un ser independiente. Ahora, y si realmente es un ser
independiente, entonces decir que “habita en mí” ya no es una expresión
figurativa, y por tanto, aunque habite en mí, puedo llamarlo “Ángel
Guardián”, ya que los ángeles guardianes son seres que guían, pero no
son parte de los seres que guían; entre tanto, si el Ángel Solar no es
un ser independiente sino una dimensión o aspecto de mí mismo, de ningún
modo puedo llamarlo “Ángel Guardián”, porque los ángeles guardianes
necesariamente deben de ser sujetos distintos de aquellos a quienes
guían››. Como el lector podrá apreciar con las siguientes citas, lo
único claro aquí es cuál es la fuente de que el asunto sea tan confuso,
obsérvese tan solo estos dos casos significativos:
Caso1:
Las citas que verán son de un curso sobre Teosofía, originalmente
escrito por la Señora Emogene Simmons en 1935, y posteriormente
complementado con cinco lecciones, agregadas por Enrique Renard en 1980.
El curso es uno de los más serios, eruditos y completos que hay en
internet; y, a pesar de eso, no ilumina suficiente el tema del Ángel
Solar, y por lo tanto la respuesta a la pregunta de si existe o no algo
como el Ángel Guardián en el campo de la Teosofía. Antes de poner las
citas, cabe aclarar que los devas son, en Teosofía, seres que han
alcanzado un enorme grado de perfeccionamiento espiritual, que por ende
“irradian luz” y, como han pasado ya la fase humana de sus existencias,
pueden guiar a quienes aún están en aquella etapa; veamos ahora las
citas: A) ‹‹Se dice que al ocurrir el nacimiento del Ego humano – evento que tiene
lugar cuando la Mónada hace su ingreso al reino humano después de
completar su evolución a nivel del reino animal –se le asigna un deva
para que le acompañe a través de su peregrinaje evolutivo en la nueva
etapa. A este deva, que la tradición cristiana ha dado en llamar “el
Ángel Guardián”, se le conoce en la tradición oculta como el Ángel
Solar. Su misión es la de proteger al Ego – hasta donde sea posible y
permitido – de influencias exteriores peligrosas, y de asegurar su
avance.›› B) ‹‹La presencia de un deva solar en cada ser humano
se llevó a cabo para devolver a los Egos humanos su ritmo evolutivo
apropiado, estimulando así su desarrollo.››
Comentario sobre el Caso1:
El Ángel Solar se presenta como un ser independiente y por tanto,
aunque habite en la persona, puede considerarse un Ángel Guardián.
Caso2:En el texto Antología sobre El Ángel Solar,
hecho en base a conferencias, se presenta incoherentemente al Ángel
Solar, pues tanto hay palabras para pensar que es un ser independiente y
en consecuencia llamarlo “Ángel Guardián”, como palabras para pensar
que no es un ser independiente y en consecuencia no poder llamarlo
“Ángel Guardián”. En el caso de las palabras que nos permiten pensar que
es un ser independiente, tenemos estas citas: A) ‹‹El Ángel Solar es
el intermediario celeste cuya misión voluntariamente aceptada es
permanecer al lado de los hombres, desde que adquieren autoconciencia y
son dotados de mente hasta que ascienden a las elevadas cumbres de la
Cuarta Iniciación.››, B) ‹‹El Cuerpo Causal es temporariamente la morada de nuestro Ángel Solar.›› y C) ‹‹Podemos
asegurar que ellos nos tienden constantemente sus manos amigas para que
podamos ascender a niveles cada vez más elevados de nuestra espiral
evolutiva.››. En cuanto a las palabras que siembran confusión y nos
mueven a pensar que el Ángel Solar no es un ser independiente, tenemos
estas citas: A) ‹‹Todos los seres humanos tienen su propio Ángel
Solar, su Yo Superior o trascendente, el impulsor de sus motivos
espirituales más elevados y el supremo guía de sus destinos kármicos.›› y B) ‹‹A
estos esplendentes Seres procedentes del quinto subplano del plano
mental cósmico los conocemos en literatura esotérica bajo los nombres de
“Hijos de la mente” o “Ángeles Solares”. A cada una de estas excelsas
Entidades se las denomina también en términos teosóficos “el Yo Superior
de los seres humanos”.››
Comentario sobre el Caso2: Antología sobre El Ángel Solar
sería contradictorio en fondo y forma si “Yo”, y por tanto “Yo
Superior”, se usasen de manera debida, de acuerdo al significado que
debieran tener en función de un correcto uso de las palabras derivado de
sus significados conocidos a partir de lo estipulado oficialmente a
nivel idiomático. Sin embargo, “Yo Superior”, tal y como lo usa el texto
referido, aparece como un término cuyo significado es incompatible con
lo que puede entenderse bajo la expresión “Yo” y por tanto bajo la
derivada expresión “Yo Superior”; ya que, evidentemente, primero se dijo
que el Ángel Solar era un “intermediario celeste”, y por tanto un ser
independiente, pero luego se dijo que era el Yo Superior, por lo que “Yo
Superior” aparece como una entidad rectora, que nos mueve para que
lleguemos a tener una esencia que aún no tenemos, y que por tanto aún no
somos, aún si ésta está adentro del Yo Superior, ya que, de no ser así,
no podría hablarse del Yo Superior como una guía y un “intermediario
celeste”. De ese modo, queda claro lo mal que pueden llegar a emplearse
las palabras en Teosofía, y la obscuridad de conceptos que de ese mal
uso deriva.
Conclusiones finales: Muy diferente es el uso de la palabra “Yo” que hace Johannes Jacobus van der Leeuw en su texto Dioses en el Destierro, presente en la colección Teosofía Siglo XX; allí, “Yo” se usa de manera adecuada, como algo que representa al sujeto o a la esencia del sujeto; citamos: ‹‹Así
pues, nuestra conciencia de ser una dualidad, constituida por un Yo
superior interno y un yo inferior externo está basada en la ignorancia.
No somos dos entidades sino una sola. Somos el Yo divino y ningún otro.
Lo que sucede es que cuando infundimos nuestra divina conciencia en los
cuerpos por cuyo medio hemos de adquirir ciertas experiencias, nos
identificamos con estos cuerpos y olvidamos lo que realmente somos. La primera condición del logro espiritual es la certidumbre sin sombra de duda de que somos el espíritu o Yo superior.››.
Claramente, si pensamos en el Ángel Solar a partir de las palabras de
Johannes, no podemos llamarlo “Ángel Guardián”, al menos no si es que el
Ángel Solar es nuestro Yo Superior, porque entonces: ¿acaso somos
nuestro Ángel Guardián?… Pensar eso sería absurdo; así que, si el Ángel
Solar “es” el Yo Superior, o bien podemos llamarlo “Ángel Guardián” y
entonces interpretaremos contra el buen uso de las palabras que el Yo
Superior es algo que no somos pero que por estar en nosotros actúa como si fuese parte de nuestra esencia y por tanto de lo que somos, o bien interpretamos que realmente somos el Yo Superior y en consecuencia no podemos llamar “Ángel Guardián” al “Ángel Solar”.
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Aiwass, el ángel guardián de Aleister Crowley
Al
poco tiempo de haber ingresado en la orden de la Golden Dawn, Aleister
Crowley intentó los métodos de la Magia Sagrada del Mago Abramelin,
texto escrito originalmente en el siglo XV pero que tuvo posteriores
versiones-traducciones. Dichas prácticas las había comenzado en
Boleskine House, en el año 1900; pero, irónicamente, no llegó a buen
término porque Mathers (autor de una reciente traducción de la Magia
Sagrada del Mago Abramelin) le solicitó que se trasladase para que le
ayude en ciertos problemas personales con la Golden Dawn. A causa de
ello Crowley, que había estado efectuando dichas prácticas para
contactar con la “entidad protectora”, se frustró; pero, pese a aquello,
continuó con sus intentos hasta que, entre el 8 y el 10 de abril de
1904 y durante su estancia en Egipto, contactó con una entidad llamada
“Aiwas”, que le dictó ―no directamente, sino que Crowley, como un
médium, plasmó lo que la entidad le dijo con el método de la escritura
automática― su famoso Libro de la Ley y a la cual él consideró como su
Ángel Guardián.
Antes de contactar con Aiwas, Aleister
Crowley, al igual que los miembros de la Golden Dawn, pensaba que el
Santo Ángel Guardián era “el yo silencioso”, esto es, una especie de
proyección-representación del más elevado y sublime ser individual; o,
por decirlo de otro modo, una personalización (sin autonomía, siendo una
proyección, no un ser aparte) del lado más espiritual y luminoso de la
propia esencia del sujeto. No obstante, tras contactar con Aiwas,
Crowley empezó a cambiar su pensamiento sobre el Santo Ángel Guardián:
así, éste pasaba a ser una entidad independiente que moraba en los
planos internos del sujeto, y que se acoplaba a la individualidad de
aquel a fin de emprender trabajos mágicos o espirituales.
Remontándonos a la experiencia de
contacto, Crowley cuenta que primeramente escuchó una voz tenebrosa que
le decía en un inglés perfecto: “Behold! it is revealed by Aiwass the minister of Hoor-paar-kraat” (“¡Contemplad!
Ha sido revelado por Aiwass, el ministro de Hoor-Paar-kraat”). Según
indagaciones posteriores de Crowley, Hoor-Paar-kraat era un nombre que
se correspondía al egipcio Har-par-khered, que en su versión griega era
el nombre Harpócrates, y éste último, en opinión de Crowley, era una
alusión a Horus, deidad principal de su cosmogonía.
Volviendo a la experiencia, Crowley dijo
que Aiwass apareció como una voz sobrenatural, flotando sobre su
escritorio ―aquí, cabe pensar que Crowley sentía la energía de la
entidad o veía algo, aunque sea como una distorsión del aire, o que
deducía su ubicación por el sonido, porque de lo contrario no podría
saber dónde estaba la entidad―, que después se desplazó hasta encima de
su hombro izquierdo, y finalmente, desde un rincón de la habitación,
empezó a dictarle revelaciones con “un timbre profundo, musical,
expresivo”, de tono “solemne, voluptuoso, tierno, fiero o cambiante
según el mensaje”, y “nunca bajo” sino más bien “como el de un virtuoso
tenor o un barítono”.
Pero
Crowley no solamente escribió las revelaciones de Aiwass, sino que lo
dibujó, mostrándolo alto, translúcido, de facciones finas, compuesto por
una materia sutil, y con la expresión, en palabras de Crowley, de un
“rey salvae”.
Tanto impresionó a Crowley el contacto con Aiwass, que sobre él escribió: ‹‹La
existencia de la religión presupone la certeza de alguna inteligencia
desencarnada, llámese Dios o cualquier otra cosa. Y justamente esto es
lo que ninguna religión ha podido demostrar científicamente… La inmensa
superioridad de esta inteligencia en particular, Aiwass, a cualquier
otra con la que la Humanidad haya estado en comunicación consciente, se
revela no sólo por el carácter del libro en sí, sino por el hecho de su
comprensión absoluta de las pruebas necesarias para demostrar su propia
existencia y las condiciones que rigen sobre la misma.››. Fue
después de escribir las palabras citadas cuando Crowley conjeturó que
Aiwass era la “manifestación minúscula de una potencia celestial” y,
finalmente, concluyó que debía tratarse de su propio Ángel Guardián.
Como vemos, Crowley parecía convencido
de la realidad de su experiencia, aunque estudiosos como Sarah Vale y
Joshua Gunn, señalaron que el estilo narrativo de Aiwass, supuestamente
plasmado en el Libro de La Ley, era en realidad muy similar al de
Aleister Crowley, lo cual contribuyó a reforzar las hipótesis de que
podía tratarse del propio inconsciente suyo o de una proyección inusual
de la idealización subjetiva que él había hecho de su propia
personalidad.
Sea cual sea la verdad sobre Aiwass, el
Libro de la Ley o “Liber Al vel Legis”, inauguró la famosa doctrina de
Thelema, donde el propio Aiwass (¿o Crowley?) afirma que ‹‹la Ley de Thelema es la ley de la libertad››; pero, interpretando aquello y la doctrina de Thelema en general, en el ensayo La Gran Bestia, Aleister Crowley, se advierte que: ‹‹Esta
defensa de libertad pura, mientras que es vista desde un sistema
ortodoxo y exotéricamente atado a leyes como el Cristianismo o el Islam,
parece ser el epitome del sendero de la mano izquierda y por lo tanto
un marco para la Magia Negra, debe en efecto ser equilibrado por las
propias interpretaciones de Crowley de tales formulas. Aunque la Ley de
Thelema no postula ningún código universal de moralidad, ésta insiste en
la idea de que para cada alma individual hay un sendero correcto o
natural y que todos esos senderos correctos llevan a una meta: la
aniquilación del yo.››.
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Cómo saber el nombre del Ángel Guardián
La Cábala afirma que todos tenemos un
ángel que rige sobre las características de nuestra personalidad: éste
no es nuestro ángel de la guarda (el cual es personal), es uno de los 72
ángeles que rodean el Trono de Dios, cantando y rotando en torno a Él
según una elipse que une todas las constelaciones del zodíaco.
Comúnmente, se cree que a cada persona le corresponde uno de esos 72
ángeles según su fecha de nacimiento, que ese es su ángel guardián, y
que en consecuencia comparte su ángel guardián con millones de personas.
Como ya se dijo, esto es un equívoco, por lo que aquí no pondremos la
conocida tabla que une cada día del año a uno de los 72 ángeles o genios
de la Cábala. No obstante, presentamos al lector un método poco
conocido, y que parece tener mucho sentido según la dinámica de la
intuición humana y lo que sabemos sobre las formas en que comúnmente se
nos manifiestan los habitantes luminosos del mundo espiritual. Veamos:
1) Póngase ropa blanca, completamente blanca, incluyendo los interiores, y de ser preferible, ande descalzo o en zapatillas.
2) Durante 24 horas, no coma carne de
animal alguno (incluyendo pescado), evite todo tipo de actividad sexual,
no tome alcohol, no beba café ni estimulantes, no se drogue, evite en
lo posible toda conducta, emoción, sentimiento o pensamiento
destructivo.
3) Báñese y vuelva a usar las ropas blancas que usó, u otras nuevas, pero vista de blanco.
4) Queme incienso, preferiblemente de rosa o lavanda
5) Ponga música suave, preferiblemente
instrumental, y que necesariamente le sea espiritualmente inspiradora;
por ejemplo, un disco de música para meditar, o algo de Yanni, de
Vangelis, de Vivaldi, de Beethoven, etcétera.
6) Todo lo anterior (incienso y música)
habrá de ponerlo en un lugar adecuado, como puede ser su cuarto
previamente acondicionado (por ejemplo, si tiene una calavera o un
pentagrama, sáquelo antes del ritual…). Una vez que sienta que el cuarto
esté purificado, sacará el libro espiritual que sea más importante para
usted (La Biblia, el Libro de Urantia, el Bhágavad-guitá, el Talmud,
etcétera), y lo colocará en una mesita cubierta por un delantal blanco,
parándose de frente al Este (tenga una brújula para esto).
7) Estando parado en dirección al Este, y
con el libro en la mesita, cierre los ojos y concéntrese por un momento
en la Presencia Yo Soy (la presencia de Dios individualizada en su
esencia y según su esencia). Habiendo sentido ese contacto con su propia
divinidad, abra el libro al azar (sin premeditar en qué parte abrirlo)
con los ojos cerrados y deslice el dedo índice de su mano derecha hasta
detenerlo en cualquier punto de la página, según le dicte la intuición
espiritual. Una vez que ha detenido el dedo en donde le dictó la
intuición, no lo mueva en absoluto, abra los ojos, y mire si lo que hay
bajo la punta de su índice es una vocal o una consonante: si es una
vocal, ignórela; si es una consonante, anótela, y vuelva a repetir el
proceso (sin perder el orden en que van saliendo las consonantes) hasta
obtener tres consonantes o, si le dicta la intuición, cuatro, cinco,
seis, o más. Cuando su intuición le diga que ya tiene suficientes
consonantes, vaya por una Biblia y ábrala en el Salmo119. Otra vez se
parará en dirección al Este y con los ojos cerrados deslizará el índice,
pero solo sobre el salmo, deteniéndolo siempre cuando le dicte la
intuición, y posteriormente viendo si debajo de la punta del dedo hay
una vocal o una consonante: en esta ocasión, debe encontrar vocales e
ignorar consonantes, y también parará cuando la intuición le diga que ya
tiene suficientes vocales. Finalmente, cuando tenga todas las
consonantes y las vocales, únalas según su intuición (no necesariamente
respetando el orden en que aparecieron), sin omitir ninguna y formando
un nombre, al cual le agregará la terminación “el” (o “él”) u “on” (u
“ón”): lo que obtenga será entonces el nombre de su ángel guardián, que
de ahora en adelante podrá emplear para una comunicación más efectiva,
siendo recomendable que lo diga con la voz y no solo con el pensamiento.
8) Cuando haya obtenido el nombre de su
ángel guardián, agradézcale a Dios, a él (su ángel guardián), y a los
ángeles en general, y hecho esto concluya el ritual.
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Oraciones al Ángel Guardián
Himno de Laudes
Ángel santo de la guarda, compañero de mi vida, tú que nunca me abandonas, ni de noche ni de día.
Aunque espíritu invisible, sé que te hayas a mi lado, escuchas mis oraciones y cuenta todos mis pasos.
Aunque espíritu invisible, sé que te hayas a mi lado, escuchas mis oraciones y cuenta todos mis pasos.
En las sombras de la noche, me defiendes del Demonio, tendiendo sobre mi pecho tus alas de nácar y oro.
Ángel de Dios, que yo escuche tu mensaje y que lo siga, que vaya siempre contigo hacia Dios, que me lo envía.
Ángel de Dios, que yo escuche tu mensaje y que lo siga, que vaya siempre contigo hacia Dios, que me lo envía.
Testigo de lo invisible, presencia del cielo amiga, gracias por tu fiel custodia, gracias por tu compañía.
En presencia de los Ángeles, suba al cielo nuestro canto: gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Amén.
En presencia de los Ángeles, suba al cielo nuestro canto: gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Amén.
Oración tradicional para adultos:
Ángel del Señor,
que por orden de su piadosa providencia eres mi guardián,
custódiame en este día (o en esta noche)
ilumina mi entendimiento,
dirige mis afectos,
gobierna mis sentimientos,
para que jamás ofenda a Dios.
Amen.
que por orden de su piadosa providencia eres mi guardián,
custódiame en este día (o en esta noche)
ilumina mi entendimiento,
dirige mis afectos,
gobierna mis sentimientos,
para que jamás ofenda a Dios.
Amen.
Oración tradicional para niños:
Ángel de la Guarda,
dulce compañía,
no me desampares
ni de noche ni de día,
hasta que descanse
en los brazos de
Jesús, José y María.
dulce compañía,
no me desampares
ni de noche ni de día,
hasta que descanse
en los brazos de
Jesús, José y María.
Oración al Ángel Guardián para estar libre del miedo:
Ángel de la Guarda,
protégeme del temor,
alivia mi miedo.
Dame fuerzas para enfrentarme
a lo desconocido y a lo conocido.
Que haya luz donde hay sombras.
Que haya paz donde hay temor.
Que haya valor donde hay miedo.
protégeme del temor,
alivia mi miedo.
Dame fuerzas para enfrentarme
a lo desconocido y a lo conocido.
Que haya luz donde hay sombras.
Que haya paz donde hay temor.
Que haya valor donde hay miedo.
Dame, Oh Ángel Custodio,
la fuerza de mil leones
para enfrentarme al lobo del mal.
la fuerza de mil leones
para enfrentarme al lobo del mal.
Dame luz para alumbrar el camino del bien.
Dame mil escudos para protegerme de eso
o de esos que quieren destruir.
Dame mil escudos para protegerme de eso
o de esos que quieren destruir.
Muéstrame cómo ser valiente
para limpiar mi corazón de temores y fracasos.
para limpiar mi corazón de temores y fracasos.
Guíame porque tú eres el mensajero de la luz,
para que mi corazón se purifique del miedo
y pueda encontrar el amor, la alegría y la felicidad.
para que mi corazón se purifique del miedo
y pueda encontrar el amor, la alegría y la felicidad.
¡Oh!, mi Dios,
permite a tu mensajero, mi Ángel de la Guarda,
que me asista en todo momento,
que me sostenga en medio de la adversidad
para que el temor no sea ni siquiera una sombra.
permite a tu mensajero, mi Ángel de la Guarda,
que me asista en todo momento,
que me sostenga en medio de la adversidad
para que el temor no sea ni siquiera una sombra.
Alabado sea el Señor en nuestros corazones.
Amén.
Amén.
Oración en latín:
Angele Dei,
qui custos es mei,
me, tibi commissum pietate superna,
illumina, custodi,
rege et guberna.
qui custos es mei,
me, tibi commissum pietate superna,
illumina, custodi,
rege et guberna.
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