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Mostrando las entradas etiquetadas como espiritual

El poder de las maldiciones

Las maldiciones han estado desde siglos presentes en diferentes culturas. Desde sus orígenes, las tradiciones mágicas e incluso religiosas han concebido a la palabra como algo dotado de cierto poder inherente, que puede ser empleado tanto para crear como para destruir. No en vano, los cabalistas hablaban de los poderosos y variados nombres de Dios, el Evangelio de Juan nos dijo que “en el principio era el Verbo” y que por él “todas las cosas fueron hechas” y, los antiguos griegos y los habitantes de muchas culturas asiáticas, guardaban un profundo temor a las maldiciones proferidas por las madres. Y es que la palabra vehiculiza energías y, en el contexto de las maldiciones, si a más de ésta hay un vínculo fuerte entre emisor y receptor o si el emisor tiene una mente psíquicamente dotada o emplea ayuda de entidades o de elementos cargados de energías negativas, la maldición podría tener suficiente poder como para ocasionar la muerte del maldecido, o como para sumir g...

Angeles guardianes, todo lo que necesitas saber

La creencia tradicional cristiana dice que todos nosotros, desde que nacemos, tenemos un ángel guardián que nos cuida de peligros físicos, morales y espirituales, que intercede ante Dios por nosotros y nos acompaña al morir. El Cristianismo postula que estos seres fueron creados como tales, el Espiritismo dice que anteriormente fueron almas humanas, y la Teosofía cree que los ángeles guardianes habitan adentro de nosotros. . El Ángel Guardián en la teología católica ‹ ‹En una ocasión se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: “¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?”. Él llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: “Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo qu...